SEPARADOS EN NUEVA UNION

domingo, marzo 23

Francisco y los divorciados

Francisco y los divorciados

La receptividad del Papa a propuestas que puedan dar respuesta pastoral a las nuevas necesidades de la población católica debe ser bienvenidaNota editorial de La Nación 23-03-2014


Entre las señales de cambio y las expectativas de reforma en la Iglesia Católica, sin duda despiertan esperanza e inquietud las alusiones a la situación de los fieles divorciados y vueltos a casar. Sustancialmente de lo que se habla es del acceso a la comunión eucarística que las personas en esa condición "irregular" hoy no pueden recibir. También se suscita conflicto con otro sacramento, el llamado de la confesión o penitencia, ya que uno de sus requisitos es que exista en el penitente un auténtico "propósito de enmienda" que al no romper la segunda unión que establecieron al volver a casarse queda implícito que faltó. La situación que se define como "irregular" incluye a muchas personas que no han fracasado en un matrimonioanterior, pero que han formado una familia con una persona separada, condición en la que quedan asimismo excluidos de la comunión junto con su cónyuge reincidente.
En un enfoque que desplaza la centralidad de lo jurídico y lo formal para atender con mayor preocupación la realidad pastoral, el prestigioso cardenal alemán Walter Kasper, de notoria sintonía con el Papa, se refirió al delicado asunto en su largo discurso durante el consistorio dedicado a la familia, el mes pasado. Allí, ante Francisco y más de 150 cardenales de todo el mundo, Kasper dedicó la parte final de su alocución a reflexionar sobre el problema de los divorciados vueltos a casar, que generó una amplia repercusión en los medios de prensa, al sugerir que tal vez "podrían ser admitidos al sacramento de la penitencia y luego a la comunión". El acreditado teólogo explicó que la preocupación de los pastores no puede "detenerse después del fracaso del matrimonio", y que es tarea de la Iglesia "permanecer cerca de los divorciados". Sin poner en cuestión la indisolubilidad del matrimonio sacramental, según la tradición, comparó la situación actual de muchas parejas a la luz de temáticas como el ecumenismo o la libertad religiosa que llevaron a que el Concilio Vaticano II, sin quebrantar el dogma, abriera nuevos caminos. Observó que, más que pensar en soluciones generales, conviene distinguir con cuidado las múltiples situaciones particulares. Considerar con criterio pastoral las eventuales causas de la nulidad matrimonial se corresponde con comentarios que en algún momento deslizó Bergoglio.
El citado cardenal alemán subrayó que la Congregación para la Doctrina de la Fe -que dependió durante largos años del entonces cardenal Joseph Ratzinger- planteó que quienes están divorciados y vueltos a casar pueden recibir la comunión espiritual, y se preguntó por qué no podrían recibir también la sacramental. Se refirió además a los orígenes del cristianismo y planteó la posibilidad de pensar en "un camino de conversión" que permita a los interesados llegar al sacramento de la penitencia y luego a la eucaristía. Sobre todo teniendo en cuenta a quienes luego de un primer fracaso matrimonial quieren retomar la senda de su espiritualidad católica de la mejor forma posible en beneficio también de la segunda familia que conformaron. "La vida no es blanca o negra, en efecto, hay muchos matices", agregó Kasper.
Por su parte, el cardenal inglés Cormac Murphy-O'Connor, arzobispo emérito de Westminster y uno de los que más acompañó la propuesta de considerar en el cónclave a Bergoglio, no descartó en una entrevista a este diario que "en el largo plazo pueda haber un cambio en la delicada cuestión de los divorciados vueltos a casar". Además, señaló que, con un Papa de actitudes honestas, abiertas y libres, "la Iglesia no cambia, sino que se desarrolla en otras direcciones, de modo indirecto". Por ello, "la Iglesia podría evolucionar en el tema de los divorciados vueltos a casar".
De cara al próximo sínodo de octubre de este año, Guzmán Carriquiry, laico uruguayo con altas responsabilidades en el Vaticano, indicó también a LA NACION en estos días que "el Papa ha querido que todos los problemas reales que vive la familia fueran puestos sobre la mesa con mucha libertad. La consigna no es limitarse a respetar los principios, sino enfrentar la realidad de matrimonios y familias muy disgregadas, muy maltratadas, muy descuidadas".
El delicado y controvertido tema, que ha encontrado a lo largo de la historia defensores y detractores, replantea una vez más la importancia de lo que acontece en la conciencia personal frente a los temas morales. Está claro que ni la sola conciencia podría dar con la verdad ni la mera disciplina de las normas llevar a la salvación. Las nuevas familias plantean cambios de paradigma y, afortunadamente, la mirada pastoral empieza a considerar cuestiones que permanecieron sin revisión durante demasiado tiempo. Frente a la importancia que revisten los ejemplos en la catequesis de niños y jóvenes, cobra también mayor trascendencia que puedan ellos imitar a sus padres en el acercamiento a los sacramentos.
Más allá del diferente tratamiento pastoral que tanto la Iglesia Ortodoxa como las comunidades protestantes dedican al tema de los separados vueltos a casar, en el ámbito estrictamente católico el actual pontífice propicia una mirada que ponga en el centro de la atención a las personas concretas, con sus dificultades y situaciones, y que la jerarquía busque nuevos senderos para salir al encuentro de sus fieles, impregnándose del "olor a oveja", tal como reclama el Papa incesantemente a los pastores. Se trata, en la visión evangélica de Francisco, de anteponer la atención que imponen la realidad y el sufrimiento de la gente a la defensa de los principios. Esta opción por una "teología de la misericordia" y del encuentro de los hombres -con sus virtudes y defectos con Dios es la que nos transmite el papa Francisco. Su receptividad para recoger propuestas que puedan dar respuesta pastoral a las nuevas necesidades del pueblo de Dios es muy bienvenida, en éste y en otros planos. El debate, a la luz del Evangelio, tendrá su espacio en los próximos sínodos.


Google